Economía Circular.

 

Extraer-fabricar-usar y tirar

Desde los inicios de la revolución industrial del siglo XIX, la economía estuvo marcada por una concepción de crecimiento lineal en el cual los recursos naturales eran extraídos, fabricados, usados y finalmente desechados. Esta cadena de aprovechamiento de la energía y las materias primas no podía funcionar a medio y largo plazo sin el menoscabo de la sostenibilidad y buena salud del planeta. A partir del recrudecimiento del calentamiento global y el cambio climático surgen voces que apuntan la necesidad de buscar alternativas viables y que, al mismo tiempo, garanticen un crecimiento sostenido de la economía. Es así como aparece la llamada economía circular, que va mucho más allá del reciclaje de residuos, ya que supone un cambio de modelo de producción y consumo, en el que los productos han de estar diseñados para ser reutilizados. Así, una vez cumplido su ciclo de vida, no se convierten en meros residuos sino en un recurso valioso en sí mismo que se empleará con otro fin.

 

Los tres principios clave

La prestigiosa Fundación Ellen MacArthur explica los tres principios clave, cada uno de los cuales aborda varios de los retos en términos de recursos a los que han de hacer frente las economías industriales:

1. Preservar y mejorar el capital natural controlando existencias finitas y equilibrando los flujos de recursos renovables. Cuando se necesiten recursos, el sistema circular los selecciona sabiamente y elige las tecnologías y procesos que empleen recursos renovables o que tengan mejores resultados, siempre que esto sea factible. Además, una economía circular mejora el capital natural potenciando el flujo de nutrientes del sistema y creando condiciones que, por ejemplo, permitan la regeneración del suelo.

2. Optimizar el uso de los recursos rotando productos, componentes y materiales con la máxima utilidad en todo momento, tanto en los ciclos técnicos como en los biológicos. Este hecho supone diseñar teniendo en cuenta que pueda repetirse el proceso de fabricación, restauración y reciclaje de modo que los componentes y materiales recirculen y sigan contribuyendo a la economía, ya que el sistema circular reduce la velocidad de rotación de los productos al incrementar su vida útil y fomentar su reutilización. De esta manera, se maximiza el uso de materiales con base biológica al final de su ciclo extrayendo valiosos elementos bioquímicos y provocando que pasen en cascada a otras aplicaciones diferentes y cada vez más básicas.

3. Fomentar la eficacia del sistema eliminando externalidades negativas. Este principio conlleva la reducción de los daños producidos por el uso humano, tales como los relacionados con la alimentación, la movilidad, la vivienda, la industria o el ocio, y la buena gestión de externalidades como, por ejemplo, el uso del terreno, la contaminación atmosférica, de las aguas y acústica, la eliminación de sustancias tóxicas o el cambio climático.

 

Noticia completa 

Realizada por: Jordi Bernal

 

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